¿A qué edad debo comprar un móvil a mi hijo?
La pregunta del millón: ¿A qué edad le debo comprar a mi hijo su primer móvil? Cuántos padres se han preguntado esta cuestión en los últimos años. Cuántos de ellos han sufrido la presión de sus hijos porque todos sus amigos tienen un móvil y ellos no. Ahora que llegan las Navidades a muchos padres les tentará la idea y sucumbirán a esta presión, pero antes de que lo hagan, deberían tener en cuenta algunos factores.
Para hacer esta entrada hemos consultado a unos expertos en la materia, la ONG Padres 2.0, y su respuesta es muy clara: no existe una edad concreta, la decisión va estrechamente ligada a la madurez de nuestro hijo y a nuestras circunstancias personales.
La realidad es que muchos padres, debido a sus circunstancias familiares o personales –una separación, padres o madres que viajan, una enfermedad…-, compran a sus hijos un móvil antes de lo que querrían y deberían. Otros lo hacen demasiado pronto y sin informarse lo suficiente, acaso porque ignoran los riesgos que puede conllevar.
Soportar la presión de un preadolescente empeñado en tener un móvil puede desquiciar a cualquiera. Pero ahí están los padres responsables asumiendo su condición de padres por el bien de sus hijos, rebatiendo con aplomo su persistencia, resistiendo a la presión de los amigos, las “modas”, las grandes operadoras y los fabricantes de móviles.
Quizá, antes de tomar la decisión, una buena idea puede ser empezar a dejarle un móvil viejo sin Internet para determinadas ocasiones, por ejemplo, si va a ir solo a algún sitio con los amigos, y en función de su comportamiento y responsabilidad ver si está preparado y empezar a valorar el comprarle su propio dispositivo.
Nadie mejor que un padre sabe cuándo su hijo está preparado para entender los riesgos que se puede encontrar al otro lado de la pantalla, porque son los padres quienes tienen la responsabilidad de informarse de estos y hablar a sus hijos de ellos antes de comprarles un smartphone.
Todo lo que tu hijo debe saber antes de darle su primer Smartphone:
- No uses para tu perfil ni tu verdadero nombre, ni el año de nacimiento, ni una foto tuya.
- No aceptes ninguna invitación por WhatsApp, Instagram o Facebook de ningún desconocido.
- No uses el Smartphone andando por la calle o bajando escaleras: siempre úsalo cuando estés quieto.
- El Smartphone no se lleva al cole, salvo que sea imprescindible.
- Entre semana, si queda tiempo después de los deberes y de las obligaciones de la casa, 2h como máximo de uso. Úsalo principalmente para comunicarte con tus amigos sobre todo en fin de semana.
- Deja de usarlo como mínimo 15 minutos antes de irte a dormir, para que no te altere el sueño.
- No uses el smartphone como despertador. Por la noche lo dejarás en el salón.
Fuente: http://padres20.org/
Carta de un niño/a a sus padres
No me des todo lo que pido. A veces solo pido para ver cuánto puedo coger…
No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mi también y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decide y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mi mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que dices.
Cuando yo hago algo malo, no me pidas que te diga por qué lo hice, a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estés equivocado en algo, admitelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
No me digas que haga una cosa si tú no lo haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no hagas.
Enséñame a amar y conocer a Dios. No importa si en el colegio me quieren enseñar, porque de nada vale, si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.
Cuando te cuente un problema mío no me digas: “No tengo tiempo para tonterías” o “eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme y dímelo. A mi me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Un
joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó
la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista
final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó: "
-¿Recibió alguna beca en la escuela?" el joven respondió "no".
-"¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? "
-" Si."-respondió.
-"¿Dónde trabaja tu padre? "
-"Mi padre hace trabajos de herreria."
El director pidió al joven que le mostrara sus manos .
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
-"¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? "
-"Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo:
-"Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana."
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y
mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la
primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban
arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan
dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la
primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par
de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los
moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su
educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de
limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y
limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo
tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando
le preguntó: -"¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu
casa?"
El joven respondió: -"lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller"
-"Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería
quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y
duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la
importancia y el valor de ayudar a la familia.
El director
dijo: "Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una
persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce
los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que
no ponga el dinero como su única meta en la vida". "Estás contratado".
Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él
quiere, desarrolla una "mentalidad de tengo derecho" y siempre se pone a
sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres.
Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de
computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás
lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo
experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos
y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga,
es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico
seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual
que la madre de ese joven.
Lo más importante es que tu hijo
aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y
aprenda la habilidad de trabajar con los demás para hacer las cosas."
-¿Recibió alguna beca en la escuela?" el joven respondió "no".
-"¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? "
-" Si."-respondió.
-"¿Dónde trabaja tu padre? "
-"Mi padre hace trabajos de herreria."
El director pidió al joven que le mostrara sus manos .
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
-"¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? "
-"Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo:
-"Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana."
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: -"¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?"
El joven respondió: -"lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller"
-"Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.
El director dijo: "Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida". "Estás contratado".
Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una "mentalidad de tengo derecho" y siempre se pone a sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres.
Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual que la madre de ese joven.
Lo más importante es que tu hijo aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad de trabajar con los demás para hacer las cosas."
Muy bonito
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